Escrito por: Nelly
Guilarte Ugas
Para
finales del siglo XVIII, se había generalizado con el nombre de Valles de
Aragua toda el área oriental de la
cuenca del Lago de Tacarigua o
Valencia; comprendiéndose en esta
los antes llamado valles de: Aragua, Turmero, Cagua, Maracay y Tapatapa.
En los albores del siglo XIX cuando Humboldt
pasa por estas tierras al describir al valle de Aragua señala: “… los riachuelos de los valles de Aragua
forman un sistema particular y dirige sus corrientes hacia una cuenca cerrada por todas partes: no llevan sus aguas al océano sino que se reúnen en un lago
interior”[1]
Los
Valles de Aragua corresponden a la cuenca del Lago de Tacarigua; en esta zona
se había asentado una numerosa población indígena desde tiempos
inmemoriales con un importante desarrollo en los aspectos: culturales,
religiosos y económicos, en este último destacan los relacionados a su economía
productora de alimentos, donde se combina el cultivo principalmente de la yuca
con la pesca lacustre y la caza; por
otra parte resalta el desarrollo de una compleja alfarería religiosa y utilitaria[2].
Hemos
querido presentar estos dos párrafos preliminares a manera de precisión
tempo-espacial; apoyándonos en una
premisa Braduelina “La historia es una dialéctica de la duración; por ella gracias a ella,
es el estudio de lo social, de todo lo social, y por tanto del pasado; y
también, por tanto, del presente ambos inseparables”[3]
Esta
nota se ha escrito en el contexto de una fuerte y achacosa virosis que nos ha afectados
casi todo de nuestro núcleo familiar, así
como vecinos, allegados,
conocidos y desconocidos, en este nuestro estado natal Aragua y en
otras entidades (en menos proporción); dicha enfermedad según los “expertos” es viral
y se le conoce con el nombre “Chikungunya”[4].
Una gran diatriba y polémica se ha generado en torno a esta enfermedad dimes, diretes,
acusaciones, chistes, sátiras y pare usted de contar, mientras caemos uno a
uno.
Me
ha parecido pertinente, presentar algunas breves consideraciones históricas
sobre las epidemias febriles que azotaron a
los valles de Aragua a finales
del siglo XVIII; pero sobre todo en las primeras tres décadas del siglo XIX, he
querido traer a nuestro presente para
quienes quieran y puedan tomar un
espacio de su tiempo en revisión algunos testimonios registrados en la documentación de la época.
Lienzo del Pintor Francés Pierre Subleyras (Imagen ilustrativa) |
Según
las fuentes consultadas, las calenturas febriles epidémica se presentaron en los Valles de Aragua
causando grandes perjuicio y desolación
en la población en los años de
1781, 1802. 1804, 1808, 1819, 1824. En la obra sobre el Licenciado José María Benítez,
Fermín Vélez nos deja algunos argumentos al respecto “…a comienzos del siglo XIX,
fiebres en forma endémica atacaron las poblaciones de Aragua en los años de
1802 y 1804”,[5]
razón por la cual fueron enviados los doctores en medicina José Ángel Álamo[6],
José Joaquín Hernández y Carlos Arvelo para tratar dichas epidemias; el primero
atendió 5.000 enfermos y el ultimo 406[7].
En
aquellos pasados años también el tema de
las calenturas endémicas causaban desasosiego
e incertidumbre en los pobladores, muchos atribuían la epidemia a las
aguas pantanosas y pestilentes del Lago de Tacarigua y a sus constantes y
largas sequias “Los fuertes veranos y el desecamiento del Lago de Valencia también
tuvieron consecuencias negativas sobre la salud de la población, desoladoras y
recurrentes epidemias de pestes y calenturas se observaron a partir de 1781
extendiéndose hasta mediados del siglo XIX”[8]
Humboldt manifiesta que las proximidades de la laguna no son malsanas el problema se presenta en la
época de grandes sequias.[9] En
la memoria que Carlos Arvelo escribe
sobre la fiebre intermitente en los
Valles de Aragua señala que la epidemia que desde mayo a octubre ha exterminado
cerca de seis mil individuos “debe su origen a la putrefacción vegetal que se verificó en
gran parte de las orillas del lago de Valencia”[10]
El
11 de julio de 1808, el investigador
Francisco José Iznardi[11]
presentó en Maracay un informe con un conjunto de observaciones sobre la fiebre en los Valles de Aragua; las
autoridades responsables de la Dirección
de Renta del Tabaco manifestaron
su valoración y aceptación de las
opiniones esbozadas por Iznardi, al mismo tiempo manifestaron: “Todas estas circunstancias, al paso que
hacen útiles y recomendable el trabajo que este profesor ha dedicado
desde el principio de la actual epidemia en obsequio de la salud pública,
nos hace representar á V.S. sobre la absoluta imposibilidad en que estamos de asistir
solos al crecido número de enfermos
que comprende el distrito infectado”[12]
Cuando se presenta este memorial habían 6.000 personas infectada de la
calenturas estimamos que la población enferma alcanzaba casi al 20% del total
de la población de toda el área ya que la población total no alcanzaba a los 35
mil habitantes.
La
epidemia febril que afectaba a las
poblaciones de los valles de Aragua
desde la Victoria hasta Guacara, tenía sus orígenes en causas multifactoriales;
según el citado informe se resaltan: fenómenos
meteorológicos, topográficos, la intervención antrópica del medio y las paupérrimas condiciones socioeconómicas
en las que viven los peones labradores
de las plantaciones de tabaco. El investigador hace énfasis en el régimen de
lluvias, sequias y los pantanos que se producen en las adyacencias de la
laguna “…y que debe ser una conseqüencia legitima que existiendo las mismas
causas debe tener iguales efectos: es decir, que todos los años desde mayo
hasta octubre deben esperarse en estos Valles las mismas enfermedades en proporsión de sus causas,
de la predisposición de estos habitantes y de la eficacia de los medios que se
adopten para preservarlos o curarlos”[13]
Al
parecer las autoridades coloniales dictaron medidas de prohibición de cultivar
en las tierras afectadas contiguas al lago; generándose un conflicto de
intereses que se evidencia por las reacciones de varios hacendados protestando
las regulaciones gubernamentales; entre
estos propietarios están: Don Antonio Rodríguez
Acosta, Don José Manuel García y Don Pedro Antonio Estevanott, quienes en mayo
de 1809 consignaron ante el Teniente y Justicia Mayor del pueblo de
Maracay los pronunciamientos por escrito,
protestando la prohibición de cultivar las tierras afectadas por el contagio de
las calenturas.[14]
Era endémica la situación que en estos valles se
presentaba por las calenturas que padecía
la población; para 1819 se reportaron
solo en el pueblo de Turmero 1.430[15]
enfermos de la mencionada calentura;
cifra bastante alta al considerar que la
población de este pueblo se calculaba para entonces, en 4.200 habitantes lo que
significaba que casi el 35% de su
población estaría infectada por la enfermedad.
Los testimonios dado por unos labradores en un remitido de
1824, donde solicitan permiso para sembrar tabaco, describe las condiciones de vida de los agricultores y retrata
el panorama pavoroso de las epidemias
febriles “ Pero no es el presente el mayor escollo la
degeneración del terreno, es una epidemia voras que consume los tristes restos
de población escapadas de los años anteriores… y si los muertos hablasen aun, invocaríamos el incontestable
testimonio de las innumerables victimas
que ella a inmolado en pocos dias"[16]
La alarmante situación llevó a la municipalidad de Caracas a
emitir sendos pronunciamientos; uno el 29 de mayo de 1825 y el otro el 6 de
junio del mismo año; a continuación citaremos como referencia ilustrativa
fragmentos de ambos:
El Acta de la
Municipalidad fechada 29 de mayo de 1825
“El Sr Alcalde primero
puso en consideración del cabildo los estragos que había causado la fiebre en los ricos y deliciosos Valles de
Aragua: que la Junta de Sanidad, y este I. Cuerpo sin embargo de la compasión
que sentía hacia aquellos desgraciados
objetos de la humanidad se encontraba sin facultades bastantes para
socorrerlos, y auxiliarlos en la
triste y fatal calamidad que los aflije
y que solo la cooperación del Intendente podría tomarse una medida pronta y eficaz para cortar el peligro del
contagio que amenaza a esta población, por haber llegado la peste
hasta los altos de San Pedro. Que esta medida era tanto más urgente, cuando que
no estando nuestros pueblos tan
adelantados , podría valerse el
fanatismo de esta causa natural para propagar que era castigo del Cielo por el cambiamiento del gobierno, y esto ser
tantas otras armas para los
enemigos empeñados siempre en derrocar
el sistema: pero que aun sin esta consideración circunstancia de los lazos de la naturaleza, y de la política que nos ligan con aquellos pueblos”[17]
Fragmentos de otra Acta
fechada el 6 de junio de 1825
“…tomando nuevamente en
consideración el lastimoso estado en que
se hallan los Valles de Aragua por los progresos que ha hecho allí la fiebre, y
deseando tomar las previsiones que estén
a su alcance para socorrer á los
infelices enfermos, y evitar el contagio que amenaza a esta población,, hizo
convocar á su sala al Sr, José Bentura Santana con el objeto de indquirir el
destino que se había dado a la cantidad que produjo las subscripciones
voluntarias hecha entre los vecinos y el
montamiento total de ella. A lo que contesto el señor Santana que en esta
capital se habían recogido mil ciento sesenta pesos y en la Guayra como trescientos y pico con cuyas cantidades
enviar tres botiquines , uno a la
Victoria, otro a Cagua y otro a Turmero;…”[18]
[1] HUMBOLDT,
Alejandro; Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente Tomo III. Segunda Edición Ministerio de
Educación. Caracas 1956. P. 77
[2] SANOJA, Mario; El desarrollo de los sistemas de
producción en la Venezuela Prehispánica en: http://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/viewFile/REAA7878110055A/ p. 85
[3] BRADUEL Fernand;
La Historia y las Ciencias Sociales. Alianza Editorial S.A Madrid
1968-1970 Impreso en España por
Ediciones Castillo S.A p.115
[4] Según algunos
artículos especializados y no tan especializados la enfermedad la transmite el
zancudo llamado comúnmente tigre; sus síntomas aparecen supuestamente 3 días
después de la picada del mosquito infectado; entre las manifestaciones del
desarrollo de la enfermedad hemos sufrido de un brote eruptivo que enrojece nuestra piel, cuadros febriles
y dolores en las articulaciones; nos saca de combate y postra en cama, también
nos ha producido agotamiento e inflamación de ganglios en el cuello, en los estudios químicos de laboratorio se presentan bajas
las plaquetas y lo peor de todo, cuando
pensamos que hemos mejorado, recaemos con dolores, malestar y
decaimiento general; esta descripción se hace en función de nuestra propia
experiencia y de los testimonio que hemos
compartido de nuestros coterráneos que han padecido este mal.
[5] VELEZ BOZA,
Fermín; El Licenciado José María Benítez, su contribución médica, científica
y social (1790-1825. Biblioteca de Autores y Temas Aragueños. Gobernación
del Estado Aragua. Maracay 1995. P 37
[6] ZAPATA, Leonor;
Médicos en la firma del Acta de la Independencia. Revista de la Sociedad
Venezolana de Historia de la Medicina Volumen 60 N° 1-2 Año 2011 en
http://revista.svhm.org.ve/ediciones/2011/1-2/?i=art12. P.212 José
Ángel Álamo nace en Barquisimeto en 1774 se doctora en Medicina
en 1802 en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, participó en los
acontecimientos independentistas, en 1811 aparece entre los que firmaron el
Acta de la Independencia; también se le reconoce ser fundador de la Sociedad Medica de Caracas.
[7]VELEZ BOZA,
Fermín; El Licenciado José María Benítez, su contribución médica, científica
y social (1790-1825.. P. 37
[8] GOMEZ CEDEÑO,
Ysabel María; Pueblos de Doctrina y Propiedad Comunal Indígena en Venezuela:
el Resguardo Indígena de Nuestra Señora de la Candelaria de Turmero, 1593-1870 P. 57
[9] HUMBOLDT,
Alejandro; Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente. p.96
[10] Universidad
Central de Venezuela Boletin del Archivo
Histórico/3 ediciones de la Secxretaria de la UCV Caracas 1984 p. 93
[11] Iznardi participó en los acontecimientos independentistas de Caracas,
le correspondió la Secretaría del Congreso de 1811 hasta el 6 de abril de 1812
[12] Universidad
Central de Venezuela Materiales para el Estudio de la Cuestión Agraria en
Venezuela (1800-1830) Vol. 1 Tomo 2 Caracas 1964. P. 24 “Observaciones sobre la
fiebre en los valles de Aragua, hallado en
el Archivo de la extinguida Dirección de
la Renta del Tabaco y mandado a publicar por la Intendencia republicana, en
1824, por considerarla de interés público” p. 27
[13] Ibídem p.24
[14] Ibídem págs.
30-31-32-33-34-35 y 36.
[15] VELEZ BOZA,
Fermín; El Licenciado José María Benítez, su contribución médica, científica
y social (1790-1825. p. 37
[16] Universidad
Central de Venezuela Materiales para el Estudio de la Cuestión Agraria en
Venezuela (1800-1830) Vol. 1 Tomo 2 Caracas 1964. Ob. Cit. P. 380
[17] Ibídem p. 432
[18] Ídem.
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