Escrito por: Nelly
Guilarte Ugas
El
maíz está íntimamente ligado a la
compleja cosmovisión de los pueblos originarios de Abya-yala (América), que expresa una
simbología ritual en correspondencia con los ciclos de la naturaleza:
nacimiento, vida y muerte; se concibe una afinidad extra terrenal signada por la espiritualidad; donde los elemento naturales son divinizados en
reciprocidad contextual entre humano-dioses-naturaleza.
Las
actividades agrícolas están marcadas por acciones religiosas y ritos sagrados; se invoca la
fertilidad, se agradece por la cosecha
con ofrendas y sacrificios; este ceremonial en torno a la agricultura está relacionada con la cosmogonía indígena, que concibe el mundo como una unidad indivisible en tormo al ciclo de la vida; en este sentido
el maíz es de origen sagrado, dador de
vida, sustento de todos y todas, creado
por dioses y diosas.
“A través de la América indígena el maíz surge
míticamente en
diversas condiciones socioculturales. Cobra vida en momentos de escasez
alimentaria, de conflictos internos, del surgimiento de la misma vida, hace de
carne con la cual se amoldan cuerpos de los hombres, es el instrumento de los
dioses para transmitir el conocimiento a
los seres humanos...”[1]
La
mayor parte de las culturas primigenias pobladoras del continente, asumieron que el maíz tenían un origen
extraordinario y mítico; por lo tanto escondido
a los ojos humanos, protegido entre rocas,
montañas y cuevas; asociado al origen de la vida de los humanos, así lo
recogen los memoriales más antiguos de
Centroamérica tales como el Chilam
Balam, Popol Vuh y el memorial de Tecpán-Atitlán[2]. Según
la cosmogonía Azteca, después de la creación del quinto sol Tonacatecutli padre
de Quetzalcoatl, entregó a los humanos el maíz para su sustento.
Disimiles son los ritos ceremoniales que los pueblos originarios realizaban asociados al maíz[3],
planta considerada sagrada; por lo tanto objeto de veneración en toda la Abya-Ayala
(América). Las tradiciones ancestrales
del actual territorio mexicano y otros espacios centroamericanos nos
indican la preponderancia del maíz y el papel que este jugó en los cimientos de su civilización;[4] en
la cultura mesoamericana lo entendieron y vivieron el maíz como algo primordial
esencial en la estructuración de la propia
visión del mundo y de la comunidad relacionado
con la cosecha, fertilidad y sus calendarios.
Según
las tradiciones mexicanas los primeros
seres humanos se hicieron de maíz; para
los Toltecas el maíz jugó un papel
preponderante en el origen del hombre según lo que se encuentra en el códice de
chimalpopoca los primeros seres humanos
fueron hecho de maíz y alimentado por sus granos que previamente habían
masticado por sus dioses lo que les permitió robustecerse.
Los
pretéritos pueblos ubicados en el actual
territorio mexicano tenían deidades para cada uno de los estados y tipos
de maíz; referido a los primero, “Centeoticihuatl la diosa del maíz maduro;
Xilonen, la diosa del maíz tierno Xip-Totec dios de la siembra[5], y del segundo
Iztaccenteolt diosa del maíz blanco; Ilatlanhquicenteotl, diosa del maíz
rojo; Xoxouhquieenteotl, diosa del maíz azul[6].
De los 18 meses del calendario Azteca el cuarto estaba dedicado a los dioses del maíz y era llamado
Hueytezoztontli; en honor a este se realizaban grandes comelonas y ofrendas en
base al maíz[7]
Los
Mayas hicieron del maíz su símbolo central; respecto a la creación del hombre relatan
en su libro sagrado el Popol-vuh, que
tras fallidos intentos con el barro y la madera, fue con el maíz que se logra
el propósito de la creación de los primeros seres humanos; además tres de sus divinidades
están asociadas al maíz YunKax dios del maíz; Hosanik dios de la germinación y Blam
dios protector de campos y cosechas[8]
También
en las culturas Andinas se prefigura lo divino asociado al maíz y su cultivo; Manco Cápac y Mama Ocllo, hijos del Sol fueron
los encomendados para su propagación; su cultivo se asocia a lo
ceremonial, los sacerdotes[9] del incanato eran los responsables de la
siembra previa consulta a sus dioses; se le atribuye distinción divina al creer que la semilla del maíz eran oriunda del mismo lugar donde habían nacido
sus gobernantes, su prole los elegidos
para la enseñanza del cultivo; la deidad del maíz se le rendía culto ceremonial
en las guacas y es referido en las crónica de indias con el nombre de Sara Ylla[10].
En
gran parte de Suramérica se usaba para
la elaboración de bebida llamada chicha, utilizada en ritos y ceremonias[11] relacionadas al ciclo vital: en las ceremonias
de iniciación se tomaba chicha de maíz, en los matrimonios se intercambiaban
semillas de maíz y al momento de la muerte se esparcía harina de maíz por el cuerpo del difunto[12].
Una
leyenda Argentina recoge el origen de la siembra del maíz, según esta la planta
de maíz nació del sacrificio de un valeroso guerrero que sacrificó su vida para
salvar a los guaraníes de la hambruna frente a una terrible sequía que los azotaba[13] también
chibchas y Músicas le dieron sentido
sagrado al maíz[14].
También
en lo que corresponde hoy al territorio venezolano, el maíz está asociado a la vida espiritual de los
pobladores primigenios; así se evidencia
en la permanencia que constituye las celebraciones rituales de las Turas en las
comunidades indo campesinas de los estados Lara y Falcón. Un ritual
mágico religioso de origen Ayaman
que aún pervive. Se realiza durante la siembra y recolección de la cosecha del
maíz; en un sitio de adoración preparado con trozos de caña, mazorca de maíz y
otros frutos que se traen de los conucos danzan al compás de la música que
tocan con: maracas, fotutos de carrizos
y cachos de matacán (venado); en
la que beben abundante chicha de maíz.[15]
El
maíz para la gran mayoría de los pueblos de estas tierras es parte y parte de su existencia y como tal
lo tienen y valoran; la fuerza espiritual y real que subyace le impidió ser
arrasado por la vorágine invasora y ha
llegado a estas generaciones como un
legado de vida para que:
“La
gente, hecha de maíz, hace el maíz. La gente, creada de la carne y los colores
del maíz, cava una cuna para el maíz y lo cubre de buena tierra y lo limpia de
malas hierbas y lo riega y le habla palabras que lo quieren. Y cuando el maíz
está crecido, la gente de maíz lo muele sobre la piedra y lo lasa y lo aplaude,
y lo acuesta al amor del fuego y se lo come, para que en la gente de maíz siga
el maíz caminando sin morir sobre la tierra”
Eduardo Galeano
NOTAS Y REFERENCIAS
[1]
Nates B. , Ceron, P., Hernandez Ernesto: Las Plantas y el Territorio ediciones
Abya-Yala 1966 p.129
[2]
Salazar Tetzaguic, Manuel; Características
de la literatura Maya Kaqchikel.
Editorial Chlsamaj, Guatemala. 1995. P, 101 al referirse al origen de los
humanos relata “Dos bestias Utiw, Koch conocían un lugar llamado Paxil donde
había maíz lo llevaron mientras Tiujliuj les traia sangre de TixliKumatz con
la que amasaron el maíz que sirvió para la carne de la gente por Tzaqol, Bitol, Alom Kajalom, o hijos
míos. Hubo trece hombres y catorce mujeres. Ellos hablaban, caminaban tenia sangre y carne: procrearon hijas y
procrearon hijos. El manuscrito cuenta
la historia del pueblo Cakchiquel . conservada por la via oral y
recogido por sus descendientes Francisco
Hernández Arana Xahilà y Francisco Díaz Sebuta Quih
[3]
Relata Francisco López de Gomorra en su
Historia General de las Indias al referirse a la religión de los pueblos originarios de Nicaragua lo
siguiente “en algunas de estas procesiones bendicen mayz y rosialos con sangre de sus propias
vergüenzas lo reparten como pan bendito y lo comen
[4] Los
Olmecas heredan Quetzalcoatl, el primer dios del maíz, a las demás culturas de
Mesoamérica. Con modificaciones y adaptaciones, los mayas, teotihuacanos,
toltecas, mixtecas y mexicas expresan en sus historias y mitos de origen al
maíz como elemento fundamental de vida para el ser humano.
[5]
Gracia Rivas Heriberto: Cocina
Prehispánica Mexicana. Editorial Panorama S:A México 2006 p. 170
[6]
Fernández, Adela: Dioses Prehispánicos
de México. 10° edición. Editorial Panorama, México 2006 p. 0131
[7]
Garcia, Heriberto ob cit p. 9
[8] Ocampo
López, Javier: Mitos y Leyendas
latinoamericana Plaza & Janes
Editores Colombia SA Bogotá 2006. p 82
[9]
Murra, Jhon. El Mundo Andino: población
medio ambiente y economía. Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Catolica del Peru 2002 p.
145
[10]
Testimonios, cartas y Manifiestos indígenas
desde la Conquista hasta mediados del siglo XX. Biblioteca Ayacucho
Caracas 1992 p. 88 Testimonio de Guaman
Poma de Ayala hacia 1615 Guaman Poman de Ayala, en su crónica donde relata las acciones desarrolladas por el visitador
general de la Santa Iglesia Cristobal Albornoz, para combatir los cultos religiosos de los indígenas del Perú y destruir sus deidades, nos deja el siguiente referencia:
entre estos se encontraba Zara Ylla
(Iilla del Maíz).
[11] Cieza
de Leon; Crónicas del Perú el Señorío de
los Incas Biblioteca Ayacucho 2005 p. 121; al describir los pueblos que están a la salida de Quito nos ilustra
respecto a los rituales de
enterramiento y nos describe que estos lloran a sus muertos toda la noche
y por la mañana comen “después
que han comido su mayz y carne o pescado todo el día gastan en beber su
chicha o vino que hacen de mayz”
[12] Murra John: ob cit. p 149
[13]De
Walschburgger Uti. Leyendas de nuestra
América. Edit Norma Bogota 1989. p13
[14] Javier Ocampo López Mitos y Leyendas
latinoamericana ob citp.84
[15] Dominguez Luis “Vivencia de un rito Ayaman en las Turas”. Biblioteca de la Academia nacional de la Historia Caracas 1984. p.59“La Tura grande se celebra dos veces al año. La primera, con motivo de la siembra del maíz antes de que empiece el invierno o entrada del agua (mayo, junio y julio) y la segunda cuando se recoge la cosecha invernal (septiembre, octubre.)
[15] Dominguez Luis “Vivencia de un rito Ayaman en las Turas”. Biblioteca de la Academia nacional de la Historia Caracas 1984. p.59“La Tura grande se celebra dos veces al año. La primera, con motivo de la siembra del maíz antes de que empiece el invierno o entrada del agua (mayo, junio y julio) y la segunda cuando se recoge la cosecha invernal (septiembre, octubre.)