sábado, 12 de octubre de 2019

ARCOS, FLECHAS Y MACANAS EN EL OFENSIVA ANTICOLONIAL DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS: desde Paria hasta el golfo de Venezuela




Escrito por: Nelly Guilarte Ugas 


La península de Paria,  al oriente del territorio venezolano  es uno de los espacios por donde se inicia la invasión y conquista de nuestro continente, a estos espacios trajinados y vividos desde tiempos inmemoriales por sus originarios pobladores   los Europeos  le impusieron por nombre América, las tierras orientales ocupadas  por los invasores en los últimos años del siglo XV, fueron objeto de exploraciones por las expediciones  españolas, instalando en los primeros años del XVI  pesquerías de perlas, actividad que impulsó con voracidad la cacería humana para vender los indígenas en el mercado esclavista del Caribe, la batida para capturar hombres, mujeres y niños no se limitó al oriente del territorio sino que se extendió por toda la costa inclusive penetró las montañas y valles interioranos de la cordillera de la Costa desde Paria hasta el Golfo de Venezuela.[1]. Escalofriante la Relación de Fray Bartolomé de las Casas en  su Brevísima relación de la destrucción de las indias al referirse a la actuación de los mercaderes Alemanes en Venezuela.

“Han asolado, destruido y despoblado estos demonios encarnados más de cuatrocientas leguas de tierras felicísimas, y en ellas grandes y admirables provincias, valles de cuarenta leguas, regiones amenísimas, poblaciones muy grandes, riquísimas de gentes y oro. Han muerto y despedazado totalmente grandes y diversas naciones, muchas lenguas que no han dejado persona que las hable, si no son algunos que se habrán metido en las cavernas y entrañas de la tierra huyendo de tan extraño e pestilencial cuchillo…”[2]

     Podríamos decir que desde aquellos contactos iniciales  de asombro e intercambio amistosos de  hospitalidad por parte de los indígenas, el desenlace  de codicia y viles atropellos  encarnizados  a que se someten a los pueblos originarios la sanguinaria  y despiadada relación que los invasores imprimen, hace rápidamente entender a los pueblos originarios que su relación con estos debería ser distinta y en ese sentido inician  su natural defensa.

Las iniciales muestras de buena amistad que al principio dispensaron los originarios en el contacto inicial quedo en el pasado,  ya eran suficiente las muestras de enemistad, todas las tropelías que se habían sucedido en más de medio siglo  de presencia colonial, las expresiones de fuerza muestran la faz  belicosa y la avaricia desmedida de los españoles, destruyen, asesina, violan, usurpan y hacen gala de su superioridad;  la codicia orienta el desenfreno usurpador que les caracteriza.

Frente a la supremacía bélica  y la experiencia militar de las tropas colonialistas los indígenas pertrechados de su intrepidez y arrojo convirtieron sus instrumentos de caza, pesca, laboreo y defensa personal en inexpugnable armas para el combate; arcos[3], flechas, macanas[4] en combinación con sus conocimientos relativos al poder mortíferos de algunas plantas y animales ponzoñosos también fueron utilizados como armas de guerra[5]; una beligerancia no convencional que tomó de sorpresa a los ejércitos invasores en muchas oportunidades. Las técnicas que utilizaban en la caza de animales la transformaron en  táctica de emboscadas, disimulados con el ropaje natural de los montes, ocultos entre peñascos y velados entre las oscuras noches atacaban a los improvisados campamentos invasores[6]; abrían hoyos por donde habían de pasar los enemigos, clavan estacas envenenas en estos y en los alrededores de sus cobijos.

“En la guerra hacen hoyos en los caminos  y en las partes que presumen y entienden  han de venir a pasar sus enemigos y en ellos hincan estacas agudas tostadas y untadas de hierbas para que en ellos caigan  y se maten. Ponente asi  mismo puyas untadas con lo propio en las labranzas y veredas y junto a sus casas entre la hierba. Son peligrosísimas  por la mala untura y no verla hasta que están heridos.”[7]

La penetración y ocupación al territorio fue lenta, tardía, dificultosa y hasta vergonzosa para las tropas invasoras  por disímiles razones, pero en lo que se refiere al territorio que geográficamente se extendía desde Macarapana hasta Borburata, y muy específicamente el área central espacio vivido por  los “indios Caracas la razón fundamental  fue la resistencia bravía con la que indígenas que habitaban dichas tierras enfrentaron  al invasor imperial; ilustrativa es la referencia que nos dejó Tolosa en su relación sobre la Gobernación de Venezuela de 1548.

“…fuera de la laguna a dos  ya a tres y quatro  cada diez y quince leguas ay yndios en mediana cantidad de nación caracas y otras naciones y esta gente  trae algun oro y ropa de hamaca  habitan en cierras asperas es gente belicosa y guerrera pelean con arcos y flechas i tienen muy fina  yerva esa gente de a pie hacen muy poco caso que ha acontecido  a beynte españoles salir beynte yndios y matar quantos españoles  y como la yerva es tan temida y el provecho que de los yndios se puede sacar poco se están estos yndios sin dar lo que pueden a su magestad”[8]

Las fuentes escritas que hemos revisado  concerniente  al proceso ocupación en el área correspondiente a la región central de Venezuela  indican que estos pobladores originarios estaban alzados; pues los informes dados por los conquistadores en los legajos dónde relatan sus órdenes de operaciones, expresamente afirman su propósito de apaciguar y pacificar a los indígenas.[9] 

La fiereza y belicosidad  de los indígenas es indiscutible, la documentación  que hemos revisado son evidencia fehaciente de que a los conquistadores no se les hizo nada fácil  penetrar las tierras  comprendidas entre Caracas y Borburata, los contactos por la costa emprendidos por Francisco Fajardo no fueron suficiente  para adentrarse en el territorio y establecer fundaciones  duraderas, someter a los belicosos y aguerridos pueblos asentados en estos territorios fue cuesta arriba, fundadas algunas efímeras poblaciones en la costa o el valle de los Caracas  estos las despoblaban, como también atacaban cualquier existencia instituida por los españoles en estos espacios centrales de Venezuela “Y no contentos los indios  con haber  echado los españoles de esta Provincia iban a los hatos de vacas y estancias de la ciudad de Valencia que está de esta de Santiago de León veinte y cuatro leguas a la parte occidental y hacían mucho daño procurando desdoblarla como habían hecho  a estos dos pueblos…”[10]

Los distintos grupos  en su mayoría de filiación Caribe repartidos entre valles, montaña, y sabanas por el centro del territorio venezolano que  conformaban la gran región de los Caracas; defendieron con arrojo su derecho a la libertad, la lucha fue encarnizada, con sus armas defendieron el territorio  de los ejércitos ocupantes,  les hicieron retroceder en muchas oportunidades con su aguerrida ofensiva.

El violento proceso de ocupación fue causa da la despoblación en vastos territorios, por la fuerza sometieron a quienes sobrevivieron a sus matanzas, algunos capturados, otros sometiéndose a sus opresores y  los restante atrincherados en las intrincadas montañas mantienen su insumisa rebeldía, dándole guerra a los conquistadores durante un dilatado tiempo. En contra de estos insurgentes se desató unan feroz y sanguinaria persecución que ni los mismos relatos oficiales  de sus contendores pudieron ocultar, evidencia de tal afirmación  la encontramos en una correspondencia oficial que en 1612 envía a las autoridades españolas el Gobernador García Girón, donde comunica la condiciones de la Provincia de Venezuela y al dar cuenta de la situación con los indios alzados en las montañas de Nirgua reseña:

“…y los boy con blandura trayendo a la paz y an venido de caciques principales a la ciudad de valencia… y les estoy aguardando aquí  por este camino se reducirán pues por  el de la guerra me parece no a propósito  por las grandes crueldades que los soldados an echo bendiendoles en las ciudades vecinas y en cartajena y aorcandolos y matándolos todo por su gusto[11]

Las distintas crueldades y vejaciones tales como: Esclavitud[12], asesinatos, mutilaciones entre otros castigos utilizadas por los tiránicos conquistadores no  lograron apaciguar la insurgencia de los pueblos originarios alzados contra el imperio español en la Provincia de Venezuela; en 1621 en carta del Gobernador Francisco de la Hoz y Berrios escrita en la ciudad de Trujillo y donde  se anexa un documento  firmado por el cabildo de la ciudad de Maracaibo con una serie de argumentos sobre la actuación del mencionado gobernador y entre los méritos que se destacan para solicitar al Rey sea prorrogado por tres años su mandato en la Provincia refieren que este ha logrado con castigos reducir los indios alzados entre los mencionados están: Quiriquires en la jurisdicción Caracas, Xiraharas en Nirgua, Gayones Barquisimeto , Guamonteyes en los llanos y los rebeldes de la laguna de Maracaibo.[13]

Refiere la documentación citada que este alto funcionario ordenó a sus capitanes castigar a los indios “delincuentes” suponemos que con esta etiqueta descalificaba a quienes conducían la insurgencia que al descabezarla facilitaba la reducción de los demás “…por cuya orden se castigaban los delincuentes  y se reduxen los demás yndios  de esta parcialidad[14] asi se expresa de los Quiriquires; de igual forma lo hace con  “los yndios de nación Gayones que en sus términos estaban revelados asi mismo ha enviado algunos capitanes con soldados al castigo Xirahara que demas de ser muchos son belicosos”[15]

La experticia que les proporcionaba el conocimiento del territorio les permitió a los pueblos originarios  organizar su lucha  la defensa de  este y su ofensiva frente al avance del invasor  para hacerlos retroceder desde las alturas atacaron con flechas envenenadas escondidos entre peñascos y montes atacaron con macanas con gritos  y sonidos de fotutos los hacían retroceder  su carácter impetuosos y beligerante dio a su lucha largo aliento ye hizo dificultoso el proceso de  sometimiento.

Los pueblos originarios que se opusieron a la ocupación imperial de las huestes españolas,  encararon con arrojo bravío la arremetida conquistadora haciendo muy embarazoso el avance y la penetración al interior de estas tierras, asi mismo obstaculizaron la consolidación de los asentamientos poblacionales. Sin embargo logró imponerse militarmente la supremacía de las armas despóticas, asaltando territorios estableciendo asentamientos urbanos y usurpando  tierras.










[1] DE LAS CASA, Bartolomé Historia Brevísima descripción de la situación de las indias P. 25 Desde la costa de Paria hasta el golfo de Venezuela, exclusive, que habrá doscientas leguas, han sido grandes e señaladas las destruiciones que los españoles han hecho en aquellas gentes, salteándolos y tomándolos los más que podían a vida para venderlos por esclavos.
[2] Ídem  P.28
[3] BRICEÑO PEROZO,  Mario, Temas de Historia Colonial Venezolana tomo II.  Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia  Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela Caracas 1986 p.627  “son muy certeros y diestros en el arco porque desde niños son ejercitados en él y fácilmente a un conejo como va corriendo lo flechan y matan”
[4] Ídem “…su pelear es a pie, flechándose y otras veces con macanas que es un arma a manera de espada con dos filos votos es ancha la punta como una mano son largas hasta la cintura y otras hasta la barba con las cuales juegan de montante a dos manos y con las pequeñas con una. Hacenla labradas y pintadas y siempre traen estas macanas en la mano, que le sirven de arma y bordón…”
[5] FERNÁNDEZ DE OVIEDO, GONZALO Sumario de la natural historia de las Indias. México: Fondo de Cultura Económica, 1950. 279 págs. CIHAC. CM- Versión digital E17-28  Consultado en Google libros en 10/agosto/2014   p.214  La yerba de que aquestos indios usan la hacen, según algunos indios me han dicho, de unas manzanillas olorosas y de ciertas hormigas grandes, de que adelante se hará mención, y de víboras y alacranes y otras ponzoñas que ellos mezclan, y la hacen negra que parece cerapez muy negra
[6] OVIEDO Y BAÑOS José; Ob.cit.  p. 288 “Retirados los indios, Losada por dar alivio a su gente fatigada con los trabajos de aquel día, hubo de quedarse aquella noche a la entrada de unas montañuelas, que llaman las Lagunillas, aunque no pudo lograr el descanso que deseaba, porque los indios aprovechándose de la obscuridad, salieron de las quebradas donde se habían ocultado, y valiéndose de una ridícula estratagema, que les dictó su invención, se vistieron de la misma paja de la sabana, y como ésta por ser verano, estaba seca y crecida, sin que pudiesen ser vistos se llegaban hasta el mismo alojamiento, y disparaban sus flechas, con notable daño de la gente de servicio, que como más desprevenida era la más maltratada, hallándose por instantes, sin saber por dónde, heridos, sin que pudiese el discurso prevenir el origen de aquel daño”
[7] BRICEÑO PEROZO,  Mario Ob.cit. p 628
[8] AGI Patronato 294 N28 Doc. cit.  folio 6
[9] Ídem folio 16-17 “…el dicho señor governador le ha enviado con jente de pie y a cavallo  como a u teniente a conquistar y apaciguar la dicha laguna de de tacarigua y el puerto de Borburata y Caracas y sus comarcas donde ha mandado busque minas”
[10] BRICEÑO PEROZO,  Mario. Ob.cit. p. 618-619

[11] AGI. Santo Domingo Carta de Gobernadores  Gracia de Giron. 193,R.16,N69 folio 2-3
[12] El re-dimensionamiento de la política colonial de España respecto al tratamiento de los “indios” en el “nuevo continente” y que implicó el reconocimiento de estos como vasallos del Rey, por lo tanto a ser protegidos, conllevó a la promulgación de leyes que los eximia de la esclavitud; pero con los pueblos caribes se mantuvieron las disposiciones reales  que autorizaban su esclavización hasta  bien adentrado el siglo XVIII; todavía en 1756 una real cedula referida a las libertades de los indios  indica  que los indios de América no podrían sufrir de esclavitud  excepto los Caribes. ARCILA FARIAS, Eduardo; El régimen de la encomienda en Venezuela. Universidad Central de Venezuela 3era edición Caracas 1979 p. 42
[13] AGI. Santo Domingo Carta de Gobernadores Carta de Francisco de la Hoz Berrios  194 R 1N9 folio 2-3
[14] Ídem folio 2
[15] Ibidem